LETRAS VIAJERAS

martes, 7 de febrero de 2012

El primer carnaval de Guaymas                                                          

  •   En Sonora, una vez terminados los disturbios de la guerra de Reforma y de la Intervención francesa a favor del emperador Maximiliano, vino una época de paz que fue aprovechada por los comerciantes de Guaymas para hacer buenos negocios. El puerto tenía mucha actividad por la llegada de barcos extranjeros y nacionales que traían pasajeros y mercancías que se  distribuían desde ahí al resto del estado.  Para  la década de 1870 a 1880, se había conformado una élite ilustrada de personas acomodadas que habían nacido en Europa o eran descendientes de europeos y  de algunos guaymenses que habían estudiado en el viejo continente o que habían viajado a diversos lugares del mundo.  La llegada del ferrocarril en 1881 abrió nuevos horizontes al comercio y al desarrollo social. Para finales de esa década, el puerto contaba con algunas casas comerciales muy fuertes, una industria incipiente, varios hoteles y mucho tráfico marítimo.
  • Afortunadamente, contamos con el relato del escritor y poeta guaymense Alfonso Iberri quien nos narra en su libro “El Viejo Guaymas” la forma en que se celebró el primer carnaval en Guaymas que fue también el primero o uno de los primeros en todo México. Nos cuenta que en el año de 1888, partió la iniciativa de algunas damas de llevar a cabo esta fiesta. Aunque fue un tanto improvisado por que se hizo con poco tiempo disponible, el primer carnaval guaymense tuvo por reina a Maria Zuber, que era una hermosísima muchacha originaria de Mazatlán que estaba de visita en Guaymas. El rey lo fue Alfredo Díaz Velasco, quien después sería un destacado poeta. Por las calles principales desfilaron los reyes del carnaval en una carroza ricamente engalanada mientras en otros carruajes no menos adornados les seguían las damas de honor; Concepción Garay, Mercedes Espriú, Anita y María Cáñez. A los lados de la carroza real iban, como escolta y montando finos caballos,  los jóvenes Matías Alzúa, Emilio Clausen, Julio Clermont y Vïctor Clermont con vistosos uniformes de húsares. Les seguía el cuerpo de Rurales y dos bandas militares, llegados unos y otros de Hermosillo.
  • El desfile continuaba con otros carros alegóricos de distintos diseños que la multitud contemplaba y aplaudía desde las aceras.
  • En la noche se efectuó un baile de fantasía en el amplio corredor de la casa de don Pedro B. Chísem cuyo piso fue cubierto por completo con tela roja sobre la que se arrojaron millares de brillantes lentejuelas alemanas de múltiples colores que resplandecían bajo la luz de las arañas de las que pendían prismas de cristal.

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